El educar en valores y virtudes es un trabajo que inicia en la familia, y es la principal responsable, por tanto, no puede delegar esta responsabilidad en ninguna otra institución o persona.
También, la escuela contribuye
con la educación que los padres han elegido para sus hijos, pero nunca puede sustituir
ni tomar el rol primordial que tenemos los padres en este sentido. Es un
derecho y un deber inalienable que los padres debemos ejercer y mantener.
La educación en valores y virtudes
es labor cotidiana de los padres, ya que siempre estaremos dando ejemplos en la
vida de nuestros hijos de una forma o de otra. Cuando son pequeños, los orientamos
de una forma directa y proactiva. Pero cuando nuestros hijos crecen, forman su
propia familia, siempre estaremos ahí cuando nos pidan un consejo, y nos hablen
de sus cosas y problemas, y siempre les estaremos dando ejemplo de vida y de
ejercicio de los valores.
Casi todo lo que aprendemos lo
hacemos por imitación, por esto, la manera de educar las valores y virtudes será
fundamentalmente con el buen ejemplo, y siendo coherentes en nuestras vidas con
lo que predicamos, “las palabras mueven, pero los ejemplos arrastran” (adagio
latino). Es importante que los hijos vean que los padres hacen lo que dicen.
Para que nuestros hijos formen
valores debemos lograr que conozcan el bien, amen el bien y practiquen el bien.
Así entenderán y vivirán los valores, serán parte de su vida afectiva y
emocional, y esto los llevará a ponerlos en práctica. Este es el verdadero
secreto que tanto los familiares como los maestros enseñen buenos valores a
nuestros hijos, lo cual ayudará a que sea más fácil para el niño hacer parte de
su vida los valores y virtudes.
El modelar a un hijo para el
bien, para que crezca como persona, madure, adquiera virtudes que los hagan más
felices y hagan más felices a los demás. Este proceso no es algo exclusivo de
los niños, en cualquier edad y condición estamos inmersos en un proceso de
maduración y de mejora personal.
Lo que apasiona realmente a los
padres, es que mientras educamos a nuestros hijos nos educamos nosotros, mientras
crecen nuestros hijos crecemos nosotros, al mejorar ellos, podemos mejorar
nosotros. Esta labor supone un ejercicio de virtudes tales como la caridad, la paciencia, la fortaleza, la generosidad, la
responsabilidad.
Es importante que los hijos vean
a sus padres y maestros luchar contra sus defectos, que pidan perdón, que den
ejemplos de querer ser mejores personas. Educar es fuerte y a veces se hace muy
difícil, especialmente en estos tiempos rápidos y complicados, pero podemos
disfrutar si vemos en la tarea una lucha conjunta de padres e hijos, maestros y
alumnos, por ser mejores, esto es lo grande de amar.
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