Educar es formar a un sujeto para que viva como persona, como buen
ciudadano, buen hijo, buen hermano, buen amigo, buen profesional, comprendiendo
cuál es su rol. Y es una tarea que tiene muchos detalles, y a la que los padres
se tienen que enfrentar, la mayoría de las veces, con muy poca formación, con
escasos recursos y casi siempre con muy poca o ninguna orientación. Y estamos
hablando de los padres que planifican, sueñan con formar una familia, donde nacerán
hijos para ser bien educados, pero también están aquellos que nacen por un
embarazo precoz, sin la planificación y formación de unos padres que no tienen
conciencia de que es ser un hombre y una mujer, y cuál es su rol, pero para
estos últimos, no todo está perdido, el madurar rápidamente para esta nueva
tarea estará en comprender que para educar hay que educarse.
Añadir leyenda |
Es importante que los padres comprendan, que para formar hijos
responsables, sinceros, alegres hay que ser padres responsables, sinceros, alegres,
si quieren hijos seguros de sí mismos tienen que actuar con ellos con respeto,
comprensión, aceptación y estímulo.
Esta es una de las primeras tareas que deben tener en cuenta
aquellos que desean tener hijos. Ser padre no es lo mismo que actuar como
padre. Para actuar como padre hay que educarse, y así poder dar a los hijos herramientas,
valores, afectos, ética, moral lo más integrado y positivo que se pueda
en todos los campos, una educación con éxito para hijos con los pies firmes en
tierra. Por lo tanto no hay que ceder o escurrir la responsabilidad de la tarea
educativa sólo a la Escuela y a los mejores profesionales (tareas dirigidas,
actividades extra cátedra, música, deporte), sino que los padres tienen el
papel más importante en esta labor: la de educar y formar a sus hijos.
Y porque los padres nos debemos formar para educar, para enseñar,
etc. Porque podemos enseñar a un niño a leer, a jugar un video juego, a
respetar las reglas del fútbol o del básquetbol. Puedo enseñarle a cepillarse los dientes después de comer, y a dar las
buenas noches antes de acostarse. Puedo enseñarle a pedir perdón al hermano
cuando ha habido algún comportamiento inadecuado, y a que ayude a un compañero de
clases a estudiar. Puedo enseñarle, antes de dormir, a repetir conmigo algunas
oraciones sencillas a Jesús y a la Virgen. No todo lo que enseñamos a nuestros
hijos se coloca en el mismo nivel. Es muy distinto enseñar a ser, que enseñar a
hacer.
Es
muy distinto enseñar a jugar fútbol que enseñar a ser sincero o responsable. Y
es que son cosas diferentes “enseñar que” una cosa se hace así, o “enseñar a”
hacer algo, como el nadar, el caminar o enseñar a ser un buen ciudadano, una
buena persona, enseñar a ser, y esto último vale mucho más que lo que podamos
imaginar.
Cuando
educamos a nuestros hijos les enseñamos a ser. Si enseñamos para el bien será
bueno. Durante su formación enseñaremos habilidades prácticas, como leer,
escribir, nadar, dibujar, cantar, deportes, juegos, etc. Pero, sobre todo,
queremos que aprenda a orientar su persona hacia los valores más importantes (desde
mi punto de vista los valores cristianos, humanistas que respeten y comprendan
al prójimo), y que descubra en estos valores, aquellos parámetros desde los
cuales juzgamos lo más profundo de cada persona, y por lo cual se le juzgará.
Lo
que aprendemos en nuestra vida es muchísimo, cada segundo de vida es un
aprendizaje. Se pasea desde las matemáticas a la literatura, desde la musica
hasta la biología. En las destrezas, el campo es infinito, y siempre hay nuevas
cosas que aprender, en cocina, en tecnología, en cultura, etc. Pero es en los
valores donde nos apostamos, arriesgamos todo. Se trata de aprender, educar, asimilar,
cultivar, vivir, encarnar, practicar, preparar, profundizar, repasar, ejercitar
cosas tan fundamentales como el respeto a la vida, el amor, la humildad, la
fidelidad, la familia, la justicia, la paz, la amistad, la religión, la
confianza, la sinceridad, la generosidad, el respeto, la solidaridad, la verdad...
En
otro orden de ideas, se puede ser analfabeto, pero su “medida” como ser humano
se encuentra en sus valores. Se puede ser un Científico reconocido, un
empresario prestigioso, un artista reconocido, un músico prodigio, un político poderoso,
pero si no respeta la justicia o usa parte de sus destrezas para el mal, “vale”
bien poco, aunque “sepa” mucho. O, mejor, vale en cuanto a su habilidad, pero
no en cuanto hombre o mujer capaz de vivir en una sociedad justa, donde todos
tengan las mismas oportunidades y posibilidad de desarrollar sus sueños.
Cada
generación debe aprender los valores de quienes ya viven como adultos, sean sus
padres, maestros o amigos. En la historia humana el pasado no determina el
presente, cada sociedad, cada cultura, cada grupo con las mismas herramientas,
hace su presente y futuro. Cada instante del presente, cada suceso, cada hecho
educativo en la familia, en la escuela, en los medios de comunicación masiva, en
los cuentos, en los juguetes que usan nuestros hijos, importan para que cada día
sea un poco mejor. Lo saben muy bien los papas que han visto a sus hijos
perderse en el alcohol o en la droga. Lo saben los maestros que sufren cuando
alguno de sus alumnos son delincuentes, o practican el bulling, y muchas veces
son encerrados en una cárcel de menores. Pero también papas y maestros saben que
un día, después de muchos esfuerzos y sacrificios, gozan por haber sembrado
buenas semillas, haber abonado y regado bien a esas personitas, y entonces
recogen buenos frutos en sus hijos y alumnos, ya que viven con honradez una
profesión, crean un hogar justo y armonioso, son hombres y mujeres que luchan
por una sociedad y un mundo más justo y equilibrado, y expresan con su ejemplo,
con gratitud a sus hijos, de quienes han recibido no sólo un poco de dinero,
habilidades y destrezas, sino, sobre todo, una educación profunda en los
valores, que los hace plenos y felices.
Nuestros
hijos y alumnos deben aprender mucha matemática y gramática. Pero deben aprender,
sobre todo, a vivir como hombres y mujeres llamados a construir un mundo justo,
en el que el amor valga más que una posesión o propiedad. Y que después tengan
lo justo, por sus propios méritos. Y después solo será suficiente con que sepan
amar y vivir para los demás.
Ing. Vincenzo Fusco Sparacino (Papá)
PALABRAS CLAVES: EDUCAR, PADRES, FAMILIA, NUCLEO, EDUCADOR, HIJO, JOVEN, ENSEÑANZA, EJEMPLO
No hay comentarios:
Publicar un comentario